martes, 23 de agosto de 2011

El fin de los sueños **

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Autor. Alberto Sam Juan.
Intérpretes: Alberto Sn Juan, Luis Bermejo, Roberto
Álamo, Encarna Breis, Gullermo Toledo, Javi, Javier Gutiérrez,
Nathalie Poza, Diego París, Fernando Tejedo,
Alicia Yagüe.
Música: Miguel Maya, Pedro San Juan.
Dirección: Andrés Lima.
Teatro: Cuarta Pared. (6.12.2000)
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En un club de malditos

Este es el "Club de los Sueños" ya perdidos, el final o en acabimiento. Este es el "Club de los Sueños", ya perdidos el final o el abamiento de una serie de personajes patéticas, en un paisaje desde que muestran sus envejecidos fspejos como huelle de un pasado muerte. Lo que  deambula por este clud es la ruina, el fracaso y la decadencia de sus artistas, en el límite ya de sus propias ruinas.
    No vaya a pensarse, por ello, que es el canto triste a un sueño que muere. Son once personajes que también viven en una asumida degradación, en una aceptada amoralidad que se nahifiesta ensu propio trato, hosco e insolidario y que asumen, con sus exabruptos y escatología permanente, su marginalidad y du deferencia. Desde un esquizofrénicomago, especie de drácula com vestido de kabuki, hasta la alcohólica ninfómana que copula entre lágrimas y quejas. La desdicha genemeral, la mentira, la estafa y la insolidaridad parecen instaladas, y se expresan entre muchos tacos, como si el autor quisiera mostrarnos su visión terrorífica de la imposibilidad, de nada, porque se le ve -a él mismo, como buen actor- entusiasmado junto a sus compañeros, utilizando procacidades lingüísticas y corporales sin medida,
   El espectáculo, muy trabajado, tiene un carácter coral, pero gran parte de él se articula mediante intervenciones individuales, monólogos en los que vamos conociendo la miseria de un humorista que disfruta recreándose en el racismo, un desdichado bígamo orgulloso de tener dos esposas, un empresario que estafa a todos; y así sucesivamente. Dramáticamente su estructura no termina, no llega a ninguna parte –aunque haya un desenlace, desde luego el esperado- y la tensión o desarrollo argumental se detiene continuamente, de tal forma, que se piensa que la función podría durar una hora menos, o tres horas más, sin que afectara al argumento o a eso que se llama escritura dramática, y que Alberto San Juan todavía no domina. La obra la ha dirigido, dentro de ese tono sórdido, un especialista en tales lenguajes, Andrés Lima, con buen tino, y lo cierto es que el trabajo de todos los actores es más que correcto.
Enrique Centeno

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