jueves, 4 de agosto de 2011

La mujer del año *

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Autores: John Hander, Fred Ebb.
Libreto: Peter Stone.
Adaptación de Santiago Paredes
Intérpretes: Norma Duval, Bruno Squarcia, Marisol
Ayuso, Jorge Merino, José Luis Mosquera,
Alba Delgado, Ángel Hidalgo.
Coreografía: Ricardo Ferrante.
Escenografía: Wolfgang Burman.
Dirección: Ángel Fernández Montesinos.
Teatro: Calderón. (16.11.2000)
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Del musical a la revista


Habrá que convenir en que no es exactamente lo mismo una vedette que una artista del musical. Debe poseer ésta unas cualidades múltiples que incluyen la preparación actoral, la danza y el canto. Son esos monstruos como Lizza Minelli o Shirley Mac Laine, capaces igual de hacer un trabajo sin baile, o sin música, porque su talento es, digamos, tansversal. Las hay también entre nosotros, formadas en esa escuela tan típicamente anglosajona, como puede ser Ángels Gonyalons o Mar Regueras, por citar dos nombres que han demostrado que el género también puede hacerse en nuestros escenarios. De otra parte están nuestras artistas de revista, un género que nada tiene que ver con el musical americano.
    Sin duda, entre esas “estrellas” se encuentra Norma Duval. Su personaje propio, su físico, consiste en dejarse elevar por los boys, mostrar sus kilométricas piernas, su belleza y su escultura general. No es poco, desde luego, pero no suficiente, ni muchísimo menos, para enfrentarse a un musical. La revista era otro cosa: números sueltos, texto plano en el que no se espera de los intérpretes más que se los entienda, que haya un cierto chisporreteo en los diálogos que no son sino mero pretexto para ir introduciendo el número musical más o menos pícaro. Un género, en suma, en el que mujeres como Duval –heredera, por ejemplo, de Celia Gámez- se ha ganado un merecido hueco.
    Este musical, cuya autoría se debe a Kander y Ebb, -Cabaret, Chicago- está arropado por un detestable y reaccionario libreto de Stone, con mensaje terrible incorporado que Santiago Paredes, su adaptador en castellano, se ha encargado de subrayar para hacerlo definitivamente obsceno. Esta mujer del año es una brillante periodista que encontrará su felicidad con un desenlace consistente, más o menos, en que la mujer y la sartén en la cocina están bien). Se asemeja así, en cierto modo, al contenido de la revista, generalmente vacuo y machista, pero no justifica esta puesta en escena dentro de la tradición castiza más rancia.
    Se desea en un musical ver buenos bailes, buenas canciones, brillantes coreografías. Y se encuentra el espectador aquí con una mujer de culto que no hace casi nada, que habla a duras penas, que canta con sus conocidas limitaciones, que no sobrepasa el techo de la musa del camionero. Y que lo hace todo con unas coreografías mediocres, muy castizas también, dentro de esa línea de los boys arrevistados y el “aquí estoy yo, aunque no haga muchas cosas, se me quiere mucho”. No parece que Norma Duval haya sabido encontrar su espacio con esta cosa. Está junto a ella, incomprensiblemente, un galancete que es ya de juzgado de guardia en el canto, el baile, la dicción y todo lo demás. Y sólo ayudan a la desdichada rubia algunos característicos, como el estupendo Jorge Merino o Marisol Ayuso. Yo creo que, en los mediocres tiempos que corren, este espectáculo tendrá que ser un éxito.
Enrique Centeno


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