sábado, 20 de agosto de 2011

Pacto de Estado *

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Autora y directora: Pilar Almansa.
Intérpretes: Felipe Andrés, Rocío Vidal,
Rafael Navarro.
Dirección: Pilar G. Almansa.
Sala Triángulo. (18.8.2011)
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Pilar Almansa es autora y directora de este título Pacto de Estado que, junto a su cartel, nos hace pensar en una posible obra política -algo así como un drama de David Mamet-, y que llega a la Sala Triángulo tras actuar anteriormente en otro teatro, donde no lo vimos. Después, el añadido: ¿Todavía crees en la democracia?. Más aún: esperamos enfrentamientos y diálogos tensos sobra la ambición del poder en los políticos. Y se trata, sin embargo, de un juguete cómico cuyos personajes son grotescos, ignorantes. Todo servirá para reír en la vaciedad. Tal vez debamos creer o no en la democracia, pero Almansa sí consigue las carcajadas ante el bipartidismo. Eso sí es verdad.
    Uno de los tres personajes representa al socialista Presidente del Gobierno, José Luis; un muñeco tonto, torpe e inútil en cuyas expresiones es una especie de payaso, a quien ayuda –en ausencia, pero parodiado- el aspirante Rubalcaba. Al otro lado, una supuesta Mariana Rajois, hija del Presidente de su partido; sueña con llegar a la Moncloa, y nos recuerda bastante a la hija de Aznar, a quien se cita. (Qué formidable y comprometida fue una obra maestra de Juan Mayorga con la diversión y el testimonio en el mundo de la política, Lo que España no pudo ver del banquete de la boda de la hija del presidente, y que se estrenó en un verdadero restaurante en 2003). Y el triángulo se completa con el monseñor Rouco –creo que se le llama “Roca”-, que escucha y ejerce su influencia para lograr su paz; no le es difícil, casi como un consejero y confesor. Ahí va todo eso.
    Nuestro desastre social es toda una ristra que se va escuchando en manos del Pacto de Estado: lo que se busca y se consigue no es la reflexión, sino la sencilla ironía o juerga con el sufrimiento, y se refieren –sin explicación- al hundimiento del ladrillazo, el paro, la corrupción, la desesperación de los jóvenes, las promesas incumplidas o las mentiras. No se sabe porqué el público joven obedece partiéndose de risa.
    La escena más impresionante es la que se representa en un teatrito de guiñol en la que tres militantes de ETA –encapuchados- se expresan entre chistes, bromas y ridiculez: aquí todo se hace para ausentarse de la realidad. Una frivolidad de gracietas. Pelean y consiguen un buen trabajo de actores, aunque no son realmente cómicos de humor, más bien de chistes en salas de copas o en el vergonzoso teatro que se dedica a contar historietas. Sabemos que es un excelente actor Felipe Andrés – El Presidente- y el apreciado Rafael Navarro: a ambos supongo que les gusta hacer esta obra, como a la muy brillante Rocío Vidal. Volveremos a verlos en un proyecto más útil.
Enrique Centeno

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