sábado, 14 de enero de 2012

Mein Kapital **

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Autores: Inmaculada Albear, Marta Buchaca, 
Francesc Cerro-Ferran, Luis Miguel González Cruz, 
Daniel Martus, Raúl Hernández Garrido, Daniel Martos, 
Alberto Tola, Helena Tornero.
Dramaturgia: Luis Miguel González Cruz.
Intérpretes: Teresa Urroz, Laia Martí, Daniel Martos, Alfonso Pablo, 
Ana García.
Escenografía y vestuario: Silvia de Marta.
Dirección: Cristina Yáñez.
Teatro: Cuarta Pared. (11.1.2012)
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Ni en la Tierra ni en Marte

Es este un mosaico de textos, escritos entre siete autores, cuya dramaturgia –Luis Miguel González Cruz- se rompe organizando un puzzle. Las piezas se interrumpen y regresan. Reestructuración, Helena Tornero; El sudor de tus manos cuando también, Albert Tola; En los bosques de Baikonur, Francesc Cerro-Fernan; Están arriba, Marta Buchaca; Cohachin en Marte, Luis Miguel González; La máquina del tiempo, Inmaculada Albear; El canto de las sirenas, Raúl Hernández Garrido; Un capitalito, Daniel Martos.
La caída progresiva de nuestras sociedades se inicia con el hundimiento de la Unión Soviética. Hay aquí burlas, farsas sobre el ejército, sátira sin piedad al monumento de Lenin,  o la aparición caricaturizada de Marx: el título de la obra se refiere, sin duda, a su obra monumental de El Capital; el Mein (Mi) correspondería a Mi lucha, escrita por Hitler. Aquí vale todo.  Sucesivamente, entre los diferentes cuadros iremos viendo el transcurso de la decepción familiar, la ausencia del sentimiento de una nueva generación, entre una madre y su hijo. La vaciedad se muestra en una columnista de prensa: casi al final, pasa a la sinceridad escribiendo, al dictado, la indignación del capitalismo, la injusticia, la enfermedad del consumismo o la despreciada ecología.
Fotografías de Popo 
Es una especie de laberinto, en el que  parece que todos los autores buscarán una salida: el viaje para alcanzar la esperanza, la utopía situada en Marte; una isla de otro satélite. Y, sin embargo, escucharemos en varias ocasiones la conocida canción de Capri, c’est fini. Una triste sensibilidad –como una significada ironía- pesimista. La isla perdida, sin embargo, obligará igualmente a la pérdida, la exigencia y el ahogamiento en la frustración.
Entre el humor, la ironía y la burla, produce esta función una continua diversión, gracias a un excelente grupo de intérpretes –Ana García provoca la carcajada- que muestran un gran saber, bajo la dirección de Cristina Yánez, con brillantez tanto en el humor como en la perdición de estos autores, pesimistas y denunciantes. Quien se oponga, será, finalmente, asesinado.
Como ocurre frecuentemente, la función se basa en la imposibilidad, la sin salida de  alternativas, muy frecuente en la última generación de los dramaturgos. Aquí, sólo la ironía o el humor ofrecen resultados o la pérdida incurable.
Enrique Centeno

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